Capítulo 2: Renacer


La paz reinaba en la nueva Mobotropolis,  Sally encontró a su padre Maximillian a las afueras de Villa Escondida, había retomado el puesto de Rey y junto con la princesa reinarán y guiarán al pueblo al renacimiento de una nueva era.

Los habitantes de Mobotropolis admiraban y daban sus plegarias al héroe difunto.
Todos brindaban el pésame a la princesa Sally, lamentando su pérdida.

El nombre del erizo azul se convirtió en el más conocido de todo aquel planeta, por haber sacrificado su vida para salvar a sus amigos y a la población de aquel reino. Una enorme estatua se construyó en su honor, donde en la vieja villa de Kathole se encontraban aquellas fuentes donde jugaba de niño, convirtiéndose en un espacio para sentarse y pensar, un espacio para reflexionar.

La princesa Sally se presentaba al monumento cada mañana sin falta... Y cada día, se hundía en sus pensamientos.


Dicen que la muerte es el resurgimiento de un ser, ya sea que sus partículas se unan a las estrellas, formándose parte de un todo... O tu alma se vuelva parte de otra persona, o en efecto, un paraíso esté a la espera de todos nosotros 
A veces me asusta admitirlo.. Pero me cuesta creer esto último.
Cuando se trata de creencias, un "no sé" también es válido.
No sé que creer, y más cuando él se ha ido. Ya que, realmente... No siento su ausencia.
Es como si estuviera vivo... En alguna parte del universo.






En alguna parte del Universo...

¿Esto es... Morir?
Oscuridad, frio, silencio.
Completo silencio.
Casi ni si quiera puedo escuchar mis propios pensamientos.
Tampoco siento mi cuerpo... Un poco de frío, pero fuera de eso, nada.
Me cuesta diferenciar en que momento mis ojos están abiertos o cerrados, es como una parálisis de sueño hecha realidad.
¿Y si en verdad morí?

Estoy en un vació eterno sin salida, y apenas me percaté de que en realidad no se exactamente cuanto tiempo ha pasado. (Digo exactamente, porque se perfectamente que poco tiempo no es)
Supongo que esto es morir... Es tan raro.

Llegó un punto donde me resigne a lo que deparará aquel destino si es que lo era, si es que existía.

De repente, vi una luz, recuerdo aquel destello tan perfectamente.
Realmente pensé que era la "famosa luz" de la que todos hablan.
Sentí mucho miedo al darme cuenta de que aquel destello ocupó todo mi espacio visual.

Una ligera fuerza de atracción me atrapó, comencé a ver luces y flamas al rededor de mi cuerpo, pero no sentía dolor.

Ahora que ha pasado tanto tiempo, no sé que hubiera sido de mi salud mental si me hubiera percatado de que estaba entrando a una atmosfera.
Y de que aquél vacío infernal que sentí, era el espacio distante... Una pesadilla.

Afortunadamente logré sobrevivir, todo gracias a esas Esmeraldas.



Planeta Mobius, 1991

A diferencia de otros cuerpos celestes, planetoides y estrellas, Mobius era un lugar digno de llamarse paraíso, un gran tesoro para cualquier pirata, y un gran lugar para ser libre... Solitario y libre.
Hasta la fecha no se saben todos los secretos que oculta este lugar, tantos meteoros han hecho que la vida vuelva a nacer y evolucionar, es por eso que solo algunos antropomorfos lograron humanizarse y otros simplemente son animales primitivos.
Todo era color verde, montañoso, el cielo tan azul, hermoso.
Nunca me imaginé que se convertiría en el hogar de mis mas grandes aventuras.

Mi caída fue realmente mortal, cuando desperté me percaté de que seguía con el poder de las esmeraldas, y casi instantáneamente presencie como todas y cada una de ellas salieron de mi cuerpo, disparadas hacia distintas direcciones.

Confundido, hambriento, adolorido.
No tengo ni la mas remota idea de donde estoy. 
Comencé a caminar sin destino, y aunque suene extraño, el paisaje no me dejaba ponerme triste o preocupado, al contrario... Algo en el aire fresco, la dulce brisa y lo verde de las plantas me hacían querer correr. Y, para ser honesto... No recuerdo cuando fue la última vez que corrí solo por diversión.

Seguí mis instintos, y por primera vez en muchos años, me sentí libre.
―Por poco y me dejo olvidarlo... Soy la cosa mas rápida que existe.

Al final del camino, (uno de tantos, ya que en realidad este planeta parecía infinito), pise un montículo de plantas y flores, que tapaban algún tipo de cartel, se leía, con letras desgastadas y tinta vieja "Bienvenidos a Green Hill".

Un sentimiento extraño me invadió al leer eso, y hasta la fecha no puedo identificar la razón.
Ojala supiera todas las respuestas.

Dije "final del camino" porque lo siguiente en la ruta era bosque.
Uno... Bastante tenebroso en comparación al aura que desprendía todo aquel lugar.
Bueno.. Siempre tuve instintos aventureros, ¿verdad? Aunque mucha gente y sobre todo una personita que conozco lo llame "instinto suicida".
Me metí en aquel bosque y todo parecía normal, aunque el verde de los arboles era distinto.
Es como si todo el maldito planeta tuviera vida o estuviera diseñado a la perfección.

Como en toda escena típica de suspenso, escuche un ruido. Un maldito ruido.
Pude sentir como todo mi pelaje se erizó, y me sentí todo un inepto cuando vi que se trataba de un conejo.
¿Un conejo?, tenía siglos sin ver un conejo primitivo.

―Hola amiguito... ¿Qué pasa? ― lo acaricié.
Con unos cuantos mimos me percaté de que entró en confianza, pero en cuanto su mirada se torno a terror puro, no pude evitar mirar detrás de mi.

No había nada.

El conejo comenzó a alejarse.

―Hey, ven aquí...― comencé a seguirlo.
Al llegar al lugar donde el conejito se dirigía, me impacté mucho al darme cuenta de que había innumerables animalitos escondidos en aquella enorme madriguera.
¿De qué se esconderán?

La respuesta llegó a mi mas rápido de lo que hubiera querido.
Una manada de robots venía directamente hacía mi y hacía todos aquellos animales.

Unos volaban, otros caminaban, la aventura había llegado a mi, no tuve mucha opción de si tomarla o dejarla.



En algún lugar de Mobius...

Unas ruinas abandonabas tomaban lugar en la superficie de un gran cañón, era el único lugar en todo ese planeta que no era verde por las plantas... Era gris y oscuro, por el metal.

―Oh oh... S-señor ― el pobre sabía que él odiaba ser molestado, a excepción de algo realmente importante. Realmente le panqueaba no obtener respuesta alguna.
Se levantó con mucho temor y se acercó lentamente.
―S-señor... T-tenemos un problema... ― dijo con voz robótica, temblorosa y baja.

El sujeto era alto, robusto... Físicamente intimidante.
Se encontraba en su gran asiento apartado de todos los monitores de aquel gran salón de maquinas.
Estaba a oscuras.

―S-señor... Odio molestarlo p-pero.. ― fue interrumpido bruscamente por el movimiento de la enorme silla en la que se encontraba su jefe. Lo miró fijamente a través de sus anteojos.

Ni una sola palabra.

―S-se activó una alarma de emergencia cerca de Green Hill s-señor―
Dijo el pequeño robot.

El hombre no mostró ningún interés en lo que le dijo el robot.

―¿Q-que hacemos señor?

Se levantó.
Caminó hacia dentro de aquella habitación indiferente.

La alarma seguía sonando y el robot un poco fastidiado trató de callarla, el hombre desde el fondo giró un poco.

―¿S-señor q-que hace..―

―¡¿QUÉ?! ¡¿QUÉ?! ¡¿QUE QUIERES?! ― dijo por fin aquel hombre mal humorado, dejándose ver.

El pequeño robot temblaba, siempre era él con quien se desquitaba.
― A-al parecer muchos de n-nuestros― dice y al momento se corrige― S-sus robots, están siendo destruidos dejando en libertad a nuestros prisioneros.

Al escuchar esto el hombre seguía despreocupado.
―Debe ser ese estúpido zorro otra vez, no hay de que preocuparse, no podrá lograr nada al igual que la última vez.

―P-pero señor, el ataque es masivo.

―MASIVO― dijo en tono burlón, ― ¿Ah sí? ¿Cómo cuantos ha logrado esta vez?― dijo despreocupado

El robot rápidamente verifico la información, y si pudiera tragar saliva, lo hubiera hecho.

―estoy esperando a que me digas C U A N T O S― dijo severamente.

―T-todos nuestros Badniks s-señor... T-todos

En ese momento el hombre acomodó sus gafas y se acercó al monitor mas grande por primera vez en un largo tiempo... Tecleó un par de cosas y rápidamente verificó la información que le estaban dando, el pequeño robot quiso acercarse a mirar pero el hombre bruscamente lo quitó poniendo la mano en la cabeza de este.

El científico observo detalladamente como cada uno de sus robots eran destruido de manera súper sónica, no podía distinguir qué... O quién, podría estar causando aquel alboroto.

Otro robot se acercó rápidamente a dar la misma información algo tarde

―Señor, nos ataca un ― El hombre no lo dejó terminar la oración pues aventó al primer robot encima de este.

Gruñendo y quejándose se aproximo hacía una plataforma ovalada que parecía un deslizador.

―Orbot, Cubot... No se autodestruyan ni causen algún alboroto ― Dijo elevándose en la misma plataforma ovalada,  ―Robots inútiles.

Elevándose por los aires de Mobius, el científico un poco sacado de quicio, se aproximaba a averiguar que estaba sucediendo con sus creaciones. Y ya que no quería alarmar ni ponerse en ridículo frente a sus secuaces robóticos, verifico que era aquel destello azul que causaba tanto alboroto.

―¿Un... erizo azul?―    

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